Uno de mis mejores recuerdos es el concierto que dimos con el coro Aljaferia, en el barrio del mismo nombre, en Zaragoza. Cuando íbamos a cantar la última canción del repertorio, todos los miembros de la coral nos pusimos el cachirulo al cuello (pañuelo típico de aquellas tierras, de cuadros rojos y negros). Y también nos pusimos los brazos en la cintura cuando nuestra directora Carmen nos dio la entrada y cantamos La Jota de la Dolores. Al terminar, no veáis como nos ovacionaron y cómo nos lo agradeció el público presente. Todavía me emociono al recordar sus aplausos, su generosidad y su cariño.
Merche P.
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